Dos monjes iban caminando por un campo después de una tormenta. Al llegar a un río se encontraron a una joven vestida con un kimono magnífico que no podía cruzar.
El monje más joven cogió a la mujer en brazos y la ayudó a cruzar el río.
Tras despedirse de la mujer, los dos monjes siguieron caminando en silencio, el mayor de los dos muy enfadado y sin decir una sola palabra.
Al final del día al llegar al monasterio en donde tenían que alojarse, el monje de más edad le dijo al joven:
- ¿Cómo has podido hacer eso? ¡Sabes que hemos hecho voto de no tocar a ninguna mujer!
A lo que el monje más joven contestó:
- ¿Te refieres a la mujer del kimono que ayudé a cruzar? Yo ya hace horas que la dejé allí, ¿tú todavía la llevas encima?
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