domingo, 23 de agosto de 2009

Fuera de pista

Cuentan que hubo una vez una intrépida señora de avanzada edad que se jactaba de haber recorrido todos los caminos, todas las carreteras y todos y cada uno de los senderos del mundo. Sus pies, su valentía y su constancia habían conseguido que visitara casi todos los rincones imaginables. Era de costumbres firmes, siempre viajaba con una liviana mochila que le había regalado su padre en su noveno cumpleaños y nunca le faltaba agua. Solía ir provista de algún mapa que la ayudara a orientarse entre los diferentes caminos, y cuando el sol iba a descansar ella hacía lo propio.

Cuentan también que un día llego a un pequeño poblado situado en el centro de un espeso bosque. Ya lo había visitado otras veces, recordemos que había pisado tantos caminos como existían. A su llegada, se cruzó en el sendero de entrada al poblado con una niña de cuatro o cinco años que jugaba con una pelota.

- ¿Usted quién es? - inquirió la niña con voz amigable.
- Supongo que soy todo lo que he visto y todo lo que he caminado. - replicó la anciana.

La niña la observó pensativa. Luego reparó de nuevo en su pelota y en su gran entretenimiento.

- Me voy a un lugar del bosque que es un secreto, a jugar con mi pelota. - informó decidida la muchacha.
- ¿De verdad? - preguntó la señora.
- Sí, - afirmó la niña decidida - es un sitio que sólo conozco yo.
- ¿Y cual es el sendero que he de tomar para llegar allí? - la anciana parecía intrigada.

La niña no entendió la pregunta. Tras meditarlo unos instantes, contestó:

- Existen lugares a los que no se puede llegar por ningún sendero. Creo que suelen ser los más grandiosos.

En aquel momento, la anciana se dio cuenta de que había desperdiciado su vida.

Nunca vayas por el camino trazado, porque conduce hacia donde otros han ido ya.
Alexander Graham Bell

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